Los
cinturones de colores y la contigüidad temporal
Por
todos es sabido que a menudo a los practicantes más pequeños de edad (que no de
ilusión, dedicación y fuerza interior) se les otorgan cinturones de dos colores
o se les ponen rallas en el cinturón para identificar qué grado poseen. Durante
años, tanto yo como otros compañeros nos hemos preguntado cuál debía ser el
motivo de esta actuación y solo se nos ocurría una respuesta: la motivación a
los más pequeños. Parece que cuando no entendemos algo siempre lo achacamos a
que debe servir para motivar al practicante. Mi intención con este artículo es
explicar, a fondo, el porqué considero que se utiliza este método.
Las
conductas animales (los humanos entramos, obviamente, en esta categoría) se
producen y controlan mayoritariamente según sus consecuencias. Todos los
animales respondemos a estímulos externos, lo cual puede parecer caótico pero
es perfectamente entendible a través de los procesos de aprendizaje.
Lo
que debemos tener en cuenta también es que las relaciones entre nuestra
conducta y las consecuencias que esta genera no son siempre determinantes como
lo es el hecho de apretar un interruptor y que se encienda una luz, sino que
son probabilísticas. Es muy importante que se produzcan lo que en psicología
del aprendizaje se conoce como “asociaciones”. Esto es, el hecho de relacionar
determinada conducta con determinada consecuencia que, con posterioridad a
haber ocurrido, valoraremos si es beneficiosa o perjudicial para nosotros,
hecho que nos ayudará a decidir si queremos o no volver a repetir dicha
conducta.
La
condición que determina si se formarán o no estas asociaciones tan necesarias,
es la contigüidad temporal. Volviendo al ejemplo anterior, si entramos en una
habitación oscura y apretamos un interruptor, su consecuencia inmediata es que
se encenderá una luz. Por lo tanto incluso un niño pequeño sería capaz de
asociar su conducta (apretar interruptor) con la consecuencia (se enciende la
luz). En cambio, ¿qué pasaría si entre que lo apretamos y se enciende, hubiera
una demora temporal? ¿Qué pasaría si tardara 10 horas en encenderse la luz tras
haber tocado el interruptor? ¿Sabríamos, entonces, asociarlo? Cuando mayor sea
la demora, menor será el aprendizaje.
Y
llegados a este punto, vamos a lo que más nos interesa. Todos los animales
necesitamos reforzadores tras nuestras conductas. Estos reforzadores, que como
tales deben ser positivos, nos hacen apreciar que nuestra actividad nos da
frutos, que merece la pena seguir el camino que hemos tomado. Si os fijáis en
ejemplos de los más cuotidianos, cuando ponemos una moneda en una máquina de
refrescos y apretamos el botón del refresco que queremos, a los pocos segundos
la máquina nos lo dispensa (no necesitamos reforzadores). En cambio, si metemos
una moneda en una máquina de café, tardamos incluso un par o tres de minutos en
poder retirarlo para beberlo. También si apretamos el botón del ascensor,
tardamos incluso cinco o seis minutos en poder subir a él. En los dos últimos
ejemplos, en los que hay demora entre nuestra conducta y la consecuencia, se
nos ofrecen reforzadores (estímulos). En el caso de la máquina de café, en vez
de realizarse el proceso internamente y mostrarnos el café directamente
elaborado, se nos muestra como aparece el vaso, se vierte el azúcar, cae el
chorro de café, se oye un ruido desde que le damos al botón de la bebida que
queremos hasta que podemos retirarla de la máquina… en el caso del ascensor un
panel luminoso nos marca por qué piso va en cada momento. Todo esto, son
reforzadores que nos ayudan a aprender qué consecuencia tendrá nuestro acto y
que nuestra espera no es en vano.
Todo
lo anterior explica perfectamente porqué beneficia, especialmente a los
practicantes de poca edad, ver reforzada su conducta mediante rallas en el cinturón
u obteniendo cinturones de dos colores (que acorta el plazo entre entrega y
entrega de los mismos). Los/las críos/as que practican artes marciales se
encuentran en pleno proceso de aprendizaje a nivel general, en su vida. Ello
les dificulta más de lo que se nos dificulta a los adultos, el hecho de asociar
conducta con consecuencia beneficiosa. Por ese motivo, no solo para motivarlos
como siempre argumentamos, sino para facilitar su proceso de aprendizaje y para
que sean capaces de entender que su esfuerzo y su práctica adecuada y
responsable de Artes Marciales les lleva a mejorar, debemos conseguir que esa
mejora se vea reflejada con cada uno de los reforzadores que les otorgamos.
Por
este motivo es muy necesario que a los niños y niñas de corta edad a los que
instruimos en Artes Marciales reciban un reforzador cada poco tiempo, ya no
solo para que se motiven y no dejen de asistir a los entrenamientos, sino para
ayudarlos en su proceso de aprendizaje y de asociación, lo cual de forma
indirecta los motivará, pero les beneficiará mucho más allá de esa motivación.
Artículo publicado en la revista digital de IBF, en su número 20, que podéis descargar aquí: http://dl.dropbox.com/u/20425777/revista20.pdf
Os deseo mucho aprendizaje a todos y todas.
Laia García Aliaga
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