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Soy abogada, vegana y tengo muchas ganas de vivir la vida. Soy activista por la consideración moral de todos los animales, me enamoran los tatuajes, me fascinan los idiomas, estoy enamorada del amor, me apasiona reír y debatir, nunca digo nunca, no le temo a lo que deseo, soy cinéfila y me encanta la música... y me rijo por algunas premisas como: "¿Por qué no?" y "La vida es el 10% lo que te pasa y el 90% como te lo tomas". Soy feliz. :)

lunes, 7 de noviembre de 2011

Las Artes Marciales y la autoestima.



LAS ARTES MARCIALES Y LA AUTOESTIMA

Lo principal antes de explicar qué relación tienen las Artes Marciales con la autoestima de los humanos, es tener en cuenta que uno puede practicar un Arte Marcial, o puede vivirlo. Si eres de los que lo practican, es más que probable que para ti sean un deporte. En este caso, te ayudarán o perjudicarán igual que lo harán el fútbol, el básquet, el balonmano o el patinaje artístico, si también los consideras deportes. Por otro lado, existimos los que vivimos las Artes Marciales, que somos aquellos que las consideramos un estilo de vida (algo mucho más profundo que un deporte). Basándonos en este segundo grupo de individuos, cabe decir que las Artes Marciales, en todo caso benefician al artista marcial.

Por un lado, vivir las Artes Marciales significa verte inmerso en un mundo de filosofía donde el respeto, la humildad, el honor, el coraje y la voluntad priman ante la competición, la prepotencia, el alarde y la intolerancia. Es obvio que una de las finalidades de tu práctica es saberte defender, pero su consecuencia final es mucho más amplia.

A base de mucho entreno y más lectura, uno aprende a sentirse parte de un grupo (y si es como el mío ya tienes todo lo que necesitas, os quiero, chicos). El ser humano necesita sentirse parte de algo, es vital para un ser tan social como nosotros el formar parte de una colectividad con intereses semejantes a los nuestros. Esto te demuestra que tienes un lugar en este mundo y que has nacido para algo. A partir de aquí, todo en tu interior mejora entreno tras entreno, encuentro tras encuentro. Poco a poco vas descubriendo en ti sensaciones que desconocías y se van instalando en tu interior valores que no habías aprendido fuera del dojo. El vivir un Arte Marcial puede pasarte de intolerante a tolerante, de cobarde a valiente, de triste a alegre, de irresponsable a responsable, de inconstante a perseverante, de irrespetuoso a respetuoso…

A medida que pasan los entrenamientos, sientes como cambias por dentro y por fuera. Solo debes aprender a escucharte. Te socializas dentro de un grupo, como ya hemos comentado. Sientes que vales para algo, que realmente sirves, lo hagas mejor o peor, pero lo haces con ilusión, empeño y ansias de mejorar. Aprendes a relacionarte con el sexo opuesto (sobre todo si eres chica, porqué la mayoría de compañeros son hombres, habitualmente). Aumenta tu autoestima y tu autoconfianza. Te enorgulleces de tus logros y no desfalleces ante la adversidad. Aprendes el valor del compañerismo, de la ayuda y de la crítica constructiva. Aprendes a no envidiar, a no competir y a admirar al otro. Valoras al prójimo y lo tratas mejor de lo que lo habrías tratado anteriormente. Creces como persona a la vez que creces como artista marcial.

Puede parecer una paradoja que vivir las Artes Marciales te enseñe a vivir en paz y armonía con quienes te rodean, mientras en el dojo practicas técnicas de golpe, agarre, luxación, proyección… pero así es. Tú te vas sintiendo cada día más preparado para afrontar un conflicto fuera del tatami pero siempre con las ideas de “pelear sin pelear”, “combatir sin herir”, y si es necesario intervenir, “luchar para ganar”. Ideas que he tenido la suerte de aprender de compañeros y simpatizantes de la IBF.

Un artista marcial íntegro y puro nunca provocará una pelea, nunca reaccionará de forma desproporcionada y aun menos alardeará de sus conocimientos para la defensa o el ataque. Simplemente porque no lo necesita. Se siente bien consigo mismo y con su alrededor y se siente preparado para evitar confrontaciones. Eso significa que ha adquirido el grado suficiente de capacidad para autoprotegerse y para evitar el peligro. A su vez, un buen Sensei (como el mío y como el resto de compañeros de la IBF, entre otros) nunca te enseñará lo contrario, sino que fomentará en ti la actitud de respeto hacia todo y hacia todos. Un buen Sensei se enorgullecerá de otorgar Kyus y Danes a sus alumnos y lo hará teniendo en cuenta no solo la técnica, la fluidez, la rapidez y la fuerza de su alumno, sino dando la misma importancia al interior del mismo, que a esos aspectos que recién mencionamos. Que un alumno tenga una técnica buenísima, sea rápido y fuerte y ejercite las técnicas con fluidez, quedará totalmente tachado si no es un artista marcial con valores sociales y de compañerismo. No hay que proteger solo el cuerpo, si no también la mente y el espíritu.

Os relato a continuación una historia que refleja a la perfección, bajo mi punto de vista, la actitud que alguien que vive las Artes Marciales debe tomar frente a estas e incluso frente a la vida en general. Espero que la disfrutéis tanto como yo.

Un joven muchacho viajó a través de Japón hacia la Escuela de un famoso artista marcial. Cuando llegó al Dojo le fue dada una audiencia por el sensei.
- ¿Qué esperas de mi? - preguntó el maestro.
- Espero ser su estudiante y convertirme en el mejor karateca de la isla. - el joven replicó.
- ¿Cuánto tiempo debo estudiar para conseguirlo? - dijo el joven.
- Diez años, como mínimo. - el maestro contestó.
- ¡Diez años es mucho tiempo! - dijo el muchacho.
- ¿Qué hay si estudio el doble de duro que el resto de los otros alumnos? - añadió.
- Veinte años entonces - replicó el maestro.
- ¡Veinte años! ¿Qué hay si practico día y noche con todo mi esfuerzo?
- Treinta años. - fue la respuesta del maestro.
- ¿Cómo es que cada vez que digo que trabajaré aun más duro, usted me dice que me llevará aun más tiempo? - el joven pregunto.
- La respuesta es clara, hijo. Cuando un ojo apunta a un objetivo, solo queda un ojo libre con el cual hallar el camino para conseguirlo. 

Definitivamente, esta es la mejor frase con la que puedo terminar este artículo. Gracias a todos los que forman parte de mi grupo, gracias a mi Sensei y gracias al resto de compañeros con los que comparto tatami de vez en cuando. Lo que se aprende a vuestro lado, no se paga con dinero.

Laia García Aliaga
1er Kyu de Karatejutsu,
Tras practicar Artes Marciales durante unos 11 años y tras vivirlas desde hace unos 10 meses.

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